Reconquista de Chile: La Guerra de Zapa. Los movimientos de Manuel Rodríguez. Parte II


Resumen: Desde Octubre de 1814 los emigrados de Chile se encuentran en Mendoza. El Ejército está dividido entre carrerinos y o'higginianos y son los segundos quienes cuentan con el apoyo de San Martín. Rodríguez se encuentra en el bando de Carrera y debe convencer al general de sus intensiones de ayudar a la patria. San Martín lo considera y es enviado como parte de un grupo de espías con la misión de fomentar la rebelión, conseguir informaciones relevantes y descentralizar las fuerzas enemigas organizando guerrillas insurgentes en los campos. 

José Miguel Carrera y Bernardo O'Higgins

Abril 1816


En el mes de abril Rodríguez se traslada a Colchagua. Comienza a recorrer los campos y rincones para tomar conocimiento del estado de ánimo, no ya de la gente de la ciudad, sino de los que vivían del trabajo agrícola. Son sus amparadores más importantes los vecinos don Manuel y don José María Bravo de Náveda, ricos terratenientes, dueños de la estancia de San José de Toros, quienes le ayudan monetariamente en sus precipitadas carreras de un sitio a otro. Se pone en contacto con el bandolero Miguel Neira, a quien convence que debe actuar por la patria y que espere armas, dinero y uniforme de Mendoza, que él personalmente se los traerá.

Al mismo tiempo llega a Santiago la noticia de enfrentamientos en la cordillera, específicamente en Uspallata. San Martín, trabajando en su proyecto de invasión, envía una patrulla a inspeccionar el terreno en un sector cerca de Uspallata. Allí se encuentran con uno de los piquetes de Marcó del Pont que estaban inhabilitando el paso. Se enfrentan y los rioplatenses son victoriosos, lo que aumenta la presión en el gobernador.


Junio 1816

En junio Rodríguez vuelve a Mendoza para informar y recibir nuevas instrucciones. Se queda dos meses ya que en Agosto emprende el viaje de vuelta pero esta vez para instalarse en Colchagua. Por su parte, Marcó del Pont, envía refuerzos especialmente a esta zona para contener y eliminar a la guerrilla patriota. Duplica el contingente  a cargo del capitán de dragones don Joaquín Magallar y tiene la certeza que los bandoleros del interior, en realidad son soldados enviados desde Mendoza para hostilizar al gobierno y fomentar la independencia en sus naturales y que desde allá recibirían órdenes y municiones suficientes para hacer el trabajo.


Julio 1816

En la capital, mientras tanto, se ha celebrado el “paseo del estandarte” el día 25 de julio, día de fiesta del Apóstol Santiago y patrono de la ciudad. La situación, lejos de mejorar ha empeorado para los naturales de Chile. Esta era la fiesta más importante del calendario chileno y se hacían múltiples celebraciones en su honor. Había sido abolida durante los gobiernos independientes y Mariano Osorio la había vuelto a instaurar. Para darle más fuerza aún a la celebración, Marcó decidió repartir un documento impreso donde se invitaba a todos los vecinos a participar de la fiesta y que especificaba que a quien no asistiera se le impondría una multa de cien pesos. Pero esto no sirvió para que todos quisieran ir. Llegó, incluso, a amenzar a los no asistentes con enviarlos al presidio de Juan Fernández. Tal como se lee en una circular emitida el 16 de julio en que se establece siguiente:

“Viendo que a pesar de la multa, algunos vecinos se han escusado con frívolos pretestos en circunstancias que mas debieran acreditar su aficion a una funcion tan abominada de los insurjentes, el señor presidente ha resuelto se avise a los convidados, como lo hago por éste, que después de exhibir la multa, el que falte será mandado a la isla Juan Fernandez hasta la resolucion del rei. Su señoría espera que V. le evitará el disgusto de tomar estas providencias; esperando yo se sirva contestarme quedar enterado de esta órden superior que le comunico.”

Cabe destacar que los españoles peninsulares podían llevar sus espadas pero los chilenos, fuesen realistas o no, tenían prohibido portar cualquier arma.

Imagen del Apóstol Santiago en la Catedral Metropolitana

Agosto 1816

En Agosto de 1816 Rodríguez llega a Santiago de vuelta de Mendoza, se instala y luego parte hacia Colchagua. Durante algunas semanas, se mantuvo oculto, pero dirigiendo trabajos en la hacienda Los Rastrojos, arrendada por don Feliciano Silva, a cinco leguas al norte de San Fernando.

Rodríguez planea, se enfrenta a los soldados en pequeñas escaramuzas, huye de ellos cuando el desorden es grande y levanta los ánimos en la región. Nadie lo delata. Desde Mendoza sus órdenes son las de levantar al pueblo en contra del gobierno. 

Además reparte proclamas impresas por San Martín y concentra a los milicianos. “Mantengan las armas listas hasta que el momento llegue” dice San Martín en una de sus cartas y este aviso recorre el campo. Al mismo tiempo trae la carta el nombramiento de coronel de milicias para Miguel Neira, uniforme, armamento, soldados y caballos.


Septiembre 1816

Es buscado con ahínco por las fuerzas realistas pero no lo encuentran. Marcó del Pont, en un esfuerzo adicional para tener resultados, envía en septiembre de 1816, al coronel don Antonio Quintanilla que se haga cargo de la situación en Colchagua. Asume el mando de los dragones y se lleva desde Santiago al cuerpo completo de carabineros de Abascal.

Es en este tiempo que ocurre la famosa anécdota del cepo en San Vicente de Tagua Tagua.

En uno de esos días está en casa del vecino don José Eulogio Celis, cuando de repente se siente el tropel de unas cabalgaduras. Eran realistas. Sin un momento que perder, Rodríguez se coloca en el cepo: es un verdadero borracho que duerme la “mona”. El oficial español pregunta, al detener su precipitada cabalgadura:

-¿No ha visto pasar por aquí a un hombre de a caballo, que llevaba cara de escapado?

-Sí, por allí pasó, le contestó Celis, señalando un sendero.

Los soldados, cumpliendo órdenes, allanaron la casa y el cepo:

-¿Quién es ese?, preguntó el oficial. 

–Es un curado y además un tenorio muy fregado. 

–No cargue la mano mucho a los enamorados, replicó el español.

Rodríguez en el cepo

Este hecho auténtico, fue relatado muchos años después por el propio Celis y gracias a esa relación, tan sencilla, encontramos uno de los múltiples hechos verdaderos de sus audacias y aventuras por las tierras de Colchagua. Se temía pudiera refugiarse en Concepción, por lo que Marcó envía la siguiente nota al gobernador de esa zona para que esté al tanto de los acontecimientos (septiembre 1816)

“Se han acuadrillado crecido número de facinerosos y conspiradores armados abrigados en las cordilleras de Colchagua hasta Maule, de donde hacen sus incursiones i salteos con la mayor insolencia a los caminantes i poblados de esos partidos; i se sabe por declaraciones de otros que se halla o ha estado reunido a ellos unos de los famosos insurgentes de esta capital, hijo de don Carlos Rodríguez, prófugo, enviado desde Mendoza por el gobernador San Martín para revolucionar i confederar a sus intentos a esas jentes. Para su exterminio, he tenido tropa apostada al mando del capital de dragones don Joaquín Magallar, i he doblado últimamente la fuerza enviando al coronel don Antonio Quintanilla, como comandante de carabineros, con todo su cuerpo para asegurar cercarlos sin escape. Pero no obstante, indicándose que pueden haber huido a pasar el Maule, doi este aviso a V.S. por extraordinario, para que tome las avenidas i dicte las providencias que estén a sus alcances para aprehenderlos si pasasen a esa provincia, i evitar sus asaltos con el espresado Quintanilla en todo lo que concierna a combinar medidas, auxilios mutuos i avisos oportunos, i que coaligados no se introduzcan en las reducciones (de indios), señaladamente en comunicación con el indio Venancio i otros díscolos. Dios guarde a V.S. muchos años.- Santiago, 12 de setiembre de 1816.- Francisco Marcó del Pont.- Señor gobernador intendente de la provincia de Concepción, coronel don José Ordoñez.”

Rodríguez, en su apuro por no ser encontrado, olvida un bolso en casa Silva y manda a pedir por él a la esposa del hacendado:

“Señora: mi apreciada favorecedora y patrona. Me hallo con el proyecto de verificar mi salto que usted sabe, desde este punto. El tiempo parece nos está favoreciendo y mi genio no me permite perder momento. En esta virtud he de deber a usted el favor se sirva mandar se le entregue al dador de ésta, la garupa que quedó en esa a mi salida. Usted dispense mis repetidas molestias y reciba el adiós más tierno del que es y será eternamente reconocido servidor. Q.V.S.P. Antonio Gómez.

P.D.: a mis amigos don Santiago Valdovinos y don Domingo Díaz, y demás, mis afectos y que no se olviden de trabajar y estar prontos para mi regreso. Al segundo que no cese de tantear los encargos que le tengo prevenidos, que él ha de ser siempre mi compañero. Si hay algo de particular que comunicar no lo deje de hacer, que así conviene a su Gómez.” Carta fechada en Septiembre de 1816 en algún lugar de Colchagua.


Provincia de Colchagua


Octubre 1816

Ocupado como estaba, Rodríouez dejó de enviar informes a Mendoza; el día 26 de Octubre, San Martín, cansado de no recibir noticias de Rodríguez, le escribe la siguiente carta:

“Mi amigo. Veo que su carácter tiene algo de fosfórico. ¿qué diablos se hace usted que no me escribe? Cerca de dos meses ha que carezco de sus noticias. Yo estaba persuadido que las nieves de Los Andes, serían derretidas por el calor de esa imaginación de fuego y con ella se hubiera abierto un paso para hacerme sus comunicaciones, pero todo ha sido ilusión; y a la verdad si no fuesen los avisos del amigo Graña (Juan Pablo Ramírez) creería que usted no existe o había caído en poder de ese patrón (Marcó del Pont); pero aquel me asegura su existencia, de las persecuciones que ha sufrido, de las aventuras que ha corrido, los trabajos que ha emprendido, y en fin, el buen estado de todo, debido a sus actividades y a la de los demás amigos. Bueno está lo hecho, pero es necesario hacer más, si las cosas han de tener buenos resultados.

En el momento de recibir ésta saldrá de su tinaja y marchará a San Fernando; dos objetos debe usted proponerse. Primero, reunir mil caballos o por lo menos seiscientos en las inmediaciones de Quechereguas, para la gran recogida de ganado que debe hacerse para mediados de diciembre; estos caballos serán satisfechos con dinero contante, pero cuidado que no se trascienda el objeto; para ello avisará usted a los amigos de Talca, Curicó y San Fernando, los tengan en pequeñas partidas y si es posible en las quebradas de la cordillera. Todos deberán reunirse en el momento que sepa mi llegada. Segundo. Escriba a los amigos de Concepción para que estén prontos a contribuir al charqueo, no olvidándose de que como la faena es larga, se necesita se me una mucha gente, en la inteligencia de que llevo mucha abundancia de lazos y bolas, con que habilitarlos.

Por Dios, le suplico no me detenga un solo momento a Guzmán, pues no tengo persona segura con quien escribirle.

Si oyese usted decir que se han presentado algunos buques en Talcahuano, avíseme rabiando a toda costa, sin perdonar gasto alguno, pues podrían ser algunos corsarios, y en este caso podrían causar daños inmensos a mis intereses.

Tengo la mayor curiosidad en saber, si se han hecho algunas fortificaciones en Talca, Curicó y San Fernando, si se han hecho algunos trabajos en los boquetes de la cordillera que caen en estos partidos; cuales en Concepción, que fuerzas tienen en estos puntos, con distinción de infantería, caballería y artillería, con número de piezas; y si las milicias y gente de campo son tan amantes de la causa del rey, como el año pasado.

Si oyese usted decir algo de portugueses, no le dé cuidado, pues según dicen estos no pasarán de la Banda Oriental, y Artigas se entretendrá con ellos.

Nada de temor, tener siempre presente aquella máxima: “Dans tous els temps il faut savoir afronter la mort pour meriter de vivre”. Tome ejemplo de nuestros enemigos, su constancia, sus reveses les hizo triunfar. La libertad muy apreciable para las almas elevadas y nuestra vida, es muy corto sacrificio para conseguir tamaño bien, de que lo conseguimos, no lo dude usted con tal que tengamos virtudes y juicios.

Cuidado con el patrón de esa, lo conocí en España, es vivo y tiene talento. El manchado entregará esta, por ignorar el punto de su paradero, muchas cosas a todos los amigos, si estos y usted me ayudan, yo espero un buen éxito y abrazarlo con la cordialidad más perfecta. – Español.

P.D.: Vengan sin tardanza cuantas comunicaciones puedan. Tome todo el dinero que necesite. Manchado le entregará y en su defecto el Moro.” Colección de Historiadores y Documentos Relativos a la Independencia de Chile. Tomo 10. Cristian Guerrero Lira.

La referencia a la tinaja, es porque se dice que Manuel Rodríguez, en un momento de creerse perseguido por los realistas, pasó todo un día y noche escondido en una tinaja para despistar.

También en octubre de ese año, se produjo el asalto al correo enviado desde Santiago a Concepción. Este atraco fue realizado por la guerrilla de Juan Pablo Ramírez ubicada en Chépica, en la estancia La Ruda de propiedad de los Torrealba. Allí se planificó y se reunieron los implicados: Ramírez, Basilio Venegas (el fraile), Miguel Neira, Maturana, Rojas y Mondaca. Estos últimos cinco atacaron a una patrulla de 14 soldados que custodiaban el correo oficial.


El bandido Neira


Eran ellos Venegas, Neira, Maturana Rojas y Mondaca, que se dirigieron a las llanuras de Teno, donde Neira era muy baquiano del terreno y conocía mucha gente. Se buscó un punto donde no fuesen vistos, sino de repente, y el encuentro fuese “de mano a boca”. Efectivamente el sitio necesario lo encontraron en la primera quebrada de los cerrillos. Al ver que se acercaban los españoles, se dispuso que Maturana, Rojas y Mondaca se fuesen por detrás del camino en que venían los españoles, y Neira y Venegas, este con hábito franciscano, caminasen hacia el Norte o como que venían desde Curicó. El plan era que al mismo tiempo que Maturana cargaba por la espalda a los españoles, Neira y Venegas atacarían al Coronel de frente. En el momento preciso, Venegas azotó su caballo al ver próximo al coronel Piedra, y al enfrentarse con él, le pegó un fuerte machetazo que lo derribó del caballo. Neira hizo otro tanto con don Vicente de la Cruz, y pegó a don Pedro Silva. Maturana no había dejado de actuar; mató a tres de los desgraciados soldados chilotes, quienes no vieron más salvación que la fuga. Silva se interpuso, pues como patriota conocía a Venegas y a Neira y les solicitó la vida de sus acompañantes.

Tomada la correspondencia, el grupo de Venegas y de los cuatro restantes emprendieron rápida retirada hacia el escondite de don Juan Pablo Ramírez. Neira se vistió con la lujosa casaca del coronel español, se tomaron las mejores armas y el resto se destruyó. Ramírez apresuradamente remitió la correspondencia a San Martín.


Noviembre 1816

Es por esta razón que se dictaron medidas de rigor, entre ellas, la prohibición de andar a caballo pasadas las nueve de la noche, vivir en el campo sin permiso expreso del presidente o ausentarse de las ciudades sin pasaporte autorizado, además del bando donde se pone precio a la cabeza de Neira y Rodríguez el día 7 de noviembre. Rodríguez, sin haber tomado parte del secuestro de la correspondencia, tenía su propia lista de actividades revolucionarias por eso se consideran a ambos en el bando.

“Siendo preciso tomar una providencia que quitando las cabezas de tan perjudicial asamblea, pueda facilitar la aprehensión de sus individuos, que se hace inverificable por el modo en que combinan sus movimientos para ocultarse. Por cuanto son insufribles los excesos que cometen en los partidos del sur los salteadores y demás facinerosos capitaneados por el famoso malhechor José Miguel Neira, que después de tener íntima comunicación con los rebeldes de Mendoza, por dirección del insurgente prófugo don Manuel Rodríguez, secretario que fue de los cabecillas Carrera.

Primeramente, ninguna persona de cualquier calidad que sea, bajo pretesto alguno podrá dar hospitalidad en su casa a aquellos que la reclamen sin llevar el correspondiente pasaporte, que deberán mostrarles, bajo pena que si no lo hiciesen, por la primera vez, siendo plebeyos sufrirán doscientos azotes, i destino a las obras públicas u otra pena arbitraria al gobierno según las circunstancias, i siendo personas de calidad, la multa de dos mil pesos si son pudientes; i en caso contrario, cinco años de destierro a Juan Fernández; pero por la segunda vez se le aplicará irremesiblemente la pena de muerte, tan merecida por aquellos que son causa de tantas como ejecutan los crimonosos a quienes abrigan.

Todos aquellos que sabiendo el paradero de los expresados José Miguel Neira y don Manuel Rodríguez y demás comitiva, no dieren pronto aviso a la justicia más inmediata, sufrirán también la pena de muerte justificada por su omisión, incurriendo en la misma los jueces que, avisados de su paradero, no hagan todas las diligencias que estén a su alcance para su aprehensión.

Por el contrario, los que sabiendo donde existan los expresados Neira y Rodríguez los entreguen vivos o muertos, después de ser indultados de cualquier delito que hayan cometido, aunque sean los más atroces, y en compañía de los mismos facinerosos, se les gratificará además con mil pesos que se les dará en el momento de entregar cualesquiera de las personas dichas en los términos insinuados; bajo la inteligencia de que este superior gobierno será tan religioso en cumplir su promesa, como ejecutivo en las penas que van designadas; en esta virtud, para que lo contenido tenga efecto  y ninguno alegue ignorancia, publíquense los ejemplares convenientes, circúlese por los partidos del reino. Fecho en esta ciudad de Santiago de Chile, a 7 de noviembre de 1816”. Francisco Marcó del Pont.

Al día siguiente de su publicación en Santiago, Rodríguez, lo escuchó y leyó en las paredes de la Plaza Mayor. Escribió con fecha 8 de noviembre una extensa carta a San Martín, dándole cuenta de estos acontecimientos, y en ella le dice: aunque usted quiera cartas muy cortas. El odio al español es general, generalísimo. Ya no vale mi cabeza sino mil pesos. Han estudiado empeorarme o al menos identificarme con Neira”.

La carta es larguísima, da cuenta del número, armamento y vestuario de las fuerzas realistas, sin dejar de expresar sus picantes alusiones “a su señoría maricona”, el gobernador español Marcó del Pont.

20 días después, vuelve a escribirle a San Martín, con fecha 28 de noviembre de 1816. Le da cuenta de todos los movimientos de tropas y actividades de los españoles en el correr de esos días. Pero aquí se detiene largamente al expresarle, al frío general, sus amistades con las mujeres de su patria: “cada mujer de las escogidas vale por todos los hombres juntos. Mándeme carabanistas, pañuelos de seda para cubrir pechos, y otras droguillas de esta clase, muy bonitas y muy finas”.

La carta la firmó y selló con lacre que llevaba impreso, seguramente una imagen de un hombre encadenado, y por esto le dice a San Martín: “me lo regaló la mejor chilena y de la familia más sacrificada, ella me dijo: “así se halla tu patria y así me hallo yo”.


Diciembre 1816

Durante el mes de diciembre, ya es imposible caminar libremente por la capital y la provincia de Colchagua y Manuel Rodríguez viaja y permanece oculto planificando las tareas asignadas más importantes como son el asalto a Melipilla, San Fernando y Curicó. Mientras eso ocurre, se mantiene en movimiento levantando a la región con proclamas enviadas desde Mendoza que se entregaban de mano en mano o se publicaban en las puertas de las iglesias burlando la vigilancia de los realistas y con anuencia del pueblo.

Con ese secreto tan propio de sus actos, hizo circular por casi toda la providencia de Colchagua, proclamas remitidas desde Mendoza, por los innumerables correos de San Martín. Así hemos encontrado declaraciones del cura de Guacarhue, don José Joaquín Cañas, quien nos dice: “que por el mes de diciembre de 1816 amanecieron fijadas en las puertas de la parroquia las proclamas de Buenos Aires, en las que se exhortaban a los patriotas a reunirse contra los tiranos”. Cañas supo quien era el portador de esas palabras de libertad. “Lejos de denunciar al colocador de ellas, le aconsejó se escondiese”. El Juez de Vigilancia, don Antonio Lavín, que llegó con tropas, le pidió dijese quién había colocado las proclamas y quiénes eran los emisarios que andaban de un punto a otro. Cañas no dio la menor noticia y Lavín tuvo que retirarse.

Don Feliciano Silva nos dice: “Obtuve la comisión de hacer rápidamente los impresos que se remitieron desde la ciudad de Mendoza, y habiendo comisionado para Guarcarhue a un Francisco Calderón, cumplió con el encargo, fijando los impresos en la puerta de la Iglesia”. El cura Cañas supo que Calderón era el que había fijado las proclamas impresas, le llamó y le dijo que se ofrecía $500 por su persona, y que debía esconderse rápidamente”.

Por su parte, Marcó del Pont, ya convencido de la invasión a Chile, escribe al mariscal don José de la Serna, general en jefe del ejército español del Alto Perú con fecha 3 de diciembre de 1816.

“Debo manifestar a V.S. que mi situación actual es apurada, anunciándose próxima una fuerte espedición al mando del gobernador de Mendoza don José de San Martín, contra este reino, por diversos puntos atacables en la distancia de cuatrocientas leguas limítrofes, para cuya defensa son escasas las tropas de mi mando, debiendo atender al mismo tiempo a la seguridad interior de un país subyugado solo por la fuerza, rodeado de descontentos i partidarios de los enemigos. A no ser este contraste, me resolvería a pasar la cordillera i buscarlos en sus propios hogares. Por tanto, me veo en el caso de necesitar que V.S., estrechándolos en el Tucuman, observe sus retiradas para contenerlos sin que trascienda a Chile, miéntras yo me limito a la defensa pasiva de los puntos por donde puedan intentarla”. Este documento nunca fue recibido por de la Serna ya que fue interceptado en el camino por Belgrano y remitido a Mendoza.

San Martín decide que ya es tiempo de comenzar, antes de que Marcó consiga las ayudas que tanto solicita. Para apoyar la ejecución de los planes vino a Chile, designado desde Mendoza a la zona de Curicó, el guerrillero don Francisco Villota y Cotapos, quien debió llegar en los primeros días de diciembre de 1816 a esa región, para preparar el asalto, a una fecha determinada, y producir la confusión entre los realistas; ya que se tomaba esta ciudad, San Fernando y Melipilla, casi en pocos días de diferencia. Villota volvía de Mendoza portando buenas armas para su uso personal, como así mismo las necesarias para armar una guerrilla, que gracias a sus dotes de valor e intrepidez pudo formar en los campos de Teno. Hay constancia precisa que Rodríguez, junco con don Juan Pablo Ramírez estaban en Curicó en diciembre de 1816. Rodríguez, no solo encendía con su presencia los ánimos de los oprimidos campesinos, sino que llena y reparte en la región proclamas de ardiente libertad, salidas de su pluma llena de entusiasmo y valor, anunciando la pronta llegada de los patriotas y la libertad de la patria. Estudiado el plano de ataque, simultáneo si las circunstancias lo permitían, dejó Curicó, donde debía desarrollar sus actividades el valiente, fuerte y corpulento jinete Villota. A su vuelta, volvió a Colchagua y se entrevistó con su amigo don Feliciano Silva en los Rastrojos. Este nos ha dejado las siguientes líneas sobre estos momentos:

“Hecho esto y adoptadas otras sabias medidas, que su inagotable ingenio le ingería y su rara actividad ejecutaba, pensó ya en el ataque general, que casi a la vez y en diferentes puntos debía darse para llamar la atención de los realistas, me encomendó lo ejecutara junto con el benemérito patriota don Francisco Salas. Él partió para el de Melipilla, que era más arriesgado. Sus instrucciones eran dar el golpe en San Fernando, tres días después del de Melipilla”.

En su estadía en Santiago durante diciembre de 1816, habla de la situación que se vive en Santiago. Dos acontecimientos marcan este período: la muerte de los patriotas Traslaviña, Hernández y Salinas y la presentación del Acta de Independencia argentina.

San Martín había planeado crear focos de distracción en distintos puntos del país. Ya sabemos que Santiago actuaba de cabecilla Manuel Rodríguez y su grupo, en Colchagua Juan Pablo Ramírez hasta Curicó y Villotas en Talca. Para la zona de Aconcagua también designó un grupo que tenía la misión de promover la revolución, reclutar hombres y generar desórdenes en el lugar. Siguiendo las recomendaciones de José María Portus, comandante de milicias de Aconcagua emigrado a Mendoza, reclutó a José Antonio Salinas, vecino de Putaendo y a Juan José Traslaviña que era yerno y sobrino del mismo Portus. Ambos (Salinas y Traslaviña) se trasladaron a Quillota con la intención de ejecutar las órdenes de San Martín, para ellos se contactaron con don Ramón Arístegui, don Pedro Regalado y un joven de 17 años llamado Ventura Lagunas. Éste último tenía amistad con un sargento del Regimiento Húsares de la Concordia de apellido Las Rozas. El mencionado regimiento estaba acantonado en Quillota y a cargo del coronel don Manuel Barañao quien tenía fama de intransigente y exaltado. La Rosa no se sentía a gusto con su situación militar por lo que frecuentemente se reunía con Lagos para conversar sobre sus penas. En esas conversaciones, Ventura Lagos consideró apropiado comunicarle las novedades que ocurrían al otro lado de la cordillera asegurándole que pronto se vendría la invasión. Al mismo tiempo, quiso hacerlo partícipe de la misión asignada revelando fuentes y formas de comunicación. El sargento, que en principio se mostró bastante interesado, se vio envuelto en una situación de castigo por insubordinación y para obtener rebajas en el castigo decidió contar todo lo que sabía.

Plaza de Armas de Santiago de Chile

Barañao no se dejó estar. Investigando los datos llegó a la casa de los conjurados y los tomó prisioneros. De prueba usarían las cartas enviadas desde Mendoza firmadas por San Martín y Portus donde detallaban la situación del ejército insurgente y la misión asignada. Fueron llevados a Santiago a juicio marcial.

Arístegui consiguió escapar, el resto, al verse acorralados, decidieron confesar las culpas. Fueron acusados de todos los delitos prohibidos por Marcó: envío de correspondencia sediciosa, incentivar la revolución, conspiración, etc. Fueron condenados a muerte.

El 5 de diciembre fueron levantadas en la plaza mayor, tres horcas para ejecutar las sentencias. Laguna fue indultado por su edad pero conmutada la pena a diez años en Juan Fernández.

A las once de la mañana fueron colgados los tres guerrilleros. Como la pena por ahorcamiento estaba en desuso, el verdugo tuvo que utilizar carneros para practicar previo a la ejecución. Debió ser un espectáculo terrible.

Manuel Rodríguez presenció todo esto. Le escribía a San Martín detallando lo siguiente:

“Me parece sin remedio la esclavitud, si V. dilata tres momentos. No crea V. mi amigo y señor, que es precipitada la sola ambición de llegar al instante de reunirnos, que deseo mucho a la verdad.

V. no demore en preparativos. La redención de Chile necesita muy poca obra, nos aprovecharán, el terror, impotencia y torpeza del enemigo.

El enemigo no perdona ocasión, ni diligencia. La catástrofe del día 5 de diciembre, debilitó los ánimos. Los españoles publican tener 16 espías en Mendoza, y que los patriotas solo tienen 2.100 hombres y que sus jefes son del sistema realista y están de acuerdo con Marcó. El cañón, produce el primer temor de esta gente.”

Se quedó en Santiago durante más tiempo, ya que fue testigo presencial de la quema de la declaración de independencia argentina. Días antes, un emisario de San Martín, Juan José Condarco Álvarez, había cruzado la cordillera para entregarla directamente en las manos de Marcó del Pont. De esta forma se reconocía el terreno y se notificaba a todos los insurgentes, que el momento estaba cerca.

Renegando de la carta, Marcó ordenó hacer una ceremonia oficial en la plaza mayor y ante toda la tropa formada y las autoridades civiles y militares, hizo que el verdugo quemara el documento por traición.

Rodríguez opina al respecto e informa de la situación de armas en Chile:

“La comunidad duda en la fuerza del ejército de Mendoza, inclinada a su escasez, por la venida de la última embajada de Álvarez Condarco, que dice no necesitarse, habiendo poder armado. Y ud me dice del mezquino motivo de la embajada. Parece que descubre algo de hipocresía, importuna o indecisión de los pueblos de América. El diploma exigiendo reconocimiento de la independencia argentina, ha abierto nuevo margen a un millón de insultos y ultrajes al sistema americano.

El bárbaro arrojo de los españoles, enseña las obligaciones y consecuencias que deben llevar los hombres que tienen carácter y dignidad nacional, o AÚN NO HEMOS CREÍDO, O YO SOY UN LOCO, LO QUE SERÁ MÁS CIERTO.

Figúrese V. e efecto de quemarse el Acta por mano del verdugo, en formación de tropa, saludando a su rey, de las balandronadas en paseos y en tertulias, de las protestaciones en Gaceta, etc, etc,.

Todos los intermedios de Maipo a Maule se limpian fácilmente. Las calles de San Fernando se acopian de adobes para trincheras, se rozan los montes inmediatos a las avenidas del pueblo a cuatro leguas alrededor. Se mandan extender cómodas explanadas sobre los cerros vecinos, quemar Roma y Talcarehue, en que cae la Cordillera de las Damas y endereza recto al camino de Cuenca.

Se empeña el espionaje, se estudia borrar los vados de los ríos y en los puentes hay guardias, que registran hasta la última interioridad, ni dejan pasar sin pasaporte.

800 chillanejos, con dos compañías sacadas últimamente de Coquimbo son toda la fuerza que sigue al General al sur. En Quechereguas se encuentran 150 carabineros y una compañía en Rancagua. Talaveras y chilotes han recibido hoy orden de aprontarse y asegurar marcha el jueves o viernes.

Se anuncia caminar Marcó. Elorreaga ha salido para Concepción, no sé qué planes entreveo contra el intendente de Concepción.

Los chillanejos han ido con tan buena voluntad, que a os más se les llevó amarrados o con grilletes. Sé por buenos espías, que en los alojamientos los oficiales protestaron unirse a Neira o a las primeras fuerzas que coronen la cordillera. A los Dragones se les mandó volver o hubo desconfianza, que insinuó Morgado, pues marchaban amedrentados. Las partidas de Quintanilla no adelantan contra Neira. Siempre me escribe.

En Aconcagua mueve 400 Húsares de Concordia al mando de Barañao, y 150 Lanceros. El Alférez, el denunciante de Traslaviña. En Coquimbo no ha quedado una fuerza de fusil. En Santiago aún quedan artilleros como 200, muy mal disciplinados. Chilotes que llegan a 400 con la inmensa recluta que se les ha agregado; así la disciplina es muy desigual, bien que este cuerpo siempre se ha distinguido por sólo subordinación, honradez y constancia en la pelea y en las privaciones, pero han despertado mucho, con el trato y con la mezcla de otros americanos en el cuartel. Como lo prueba con sus grandes deserciones. Quedan en Valdivia, 500 de tropa muy regular y muy dispuesta a la revolución. Dragones 500 con una compañía recién llegada de Coquimbo y con una entresaca de los cuerpos para agregarle unos 200. En Juan Fernández hay 100.

Los Talaveras tienen buena disciplina y un repuesto regular. Es falso reducir la guarnición de Santiago a 800 hombres de Cazadores y Granderos. Los chillanejos marchan completos, ni se han pedido a los Húsares. No hay tal fusil recortado en sus compañías. Solo se rebajaron los fusiles a los Cazadores de Chiloé por la pequeñez de su cuerpo. De este batallón se han escogido 64 de los más robustos para atrincherarse con sueldo doble.

Al Fuerte de Santa Lucía, se le han aumentado 3 cañones de grueso calibre. Se trabaja con empeño una muralla alrededor del cerro, a media falda. A nadie se permite pasar cerca”.



Las cartas estaban echadas. La fuerza de Marcó del Pont disgregada y las guerrillas planificaban movimientos mayores para el siguiente año y que serían el precedente de la llegada del Ejército de los Andes.





Fuentes:
- Historia Jeneral de Chile, Tomo X. Diego Barros Arana
- Historia Jeneral de Chile, Tomo XI. Diego Barros Arana
- El ostracismo de los Carrera. Benjamín Vicuña Mackenna
- Manuel Rodríguez. Historia y Leyenda. Ernesto Guajardo
- La Dictadura de O'Higgins. Miguel Luis Amunátegui
- El paso de los Andes, crónica histórica... Gerónimo Espejo
- Historia de San Martín y la emancipación sud americana. Bartolomé Mitre

Imágenes obtenidas de internet.

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